Este primer sábado del mes de febrero, mes dedicado a la Sagrada Familia (fue en la Sagrada Familia, donde Jesús vivió antes de comenzar su vida pública, para la salvación de la Humanidad), nos hemos reunido para rezar a Nuestra Madre, la Virgen de los Dolores, unidos en esta ocasión por una misma intención: rezar por la paz del mundo, el fin de la guerra, especialmente en Ucrania y por la conversión de los pecadores.
Desde primera hora de la mañana, fueron llegando peregrinos, muchos de los cuales día tras día, mes tras mes, año tras año siguen perseverando y viniendo aquí a dar gracias a Dios, pero también muchos nuevos llegados de forma individual o en grupos desde distintos puntos de España y de Francia.
A las 15:00 h., según lo programado, se proyectó en el Centro de Atención al Peregrino “Ave Maria”, un vídeo del Apostolado en Granada que se llevó a cabo los días 20 y 21 de enero, en el Monasterio Virgen del Espino de Chauchina y en el Monasterio de San Bernardo en Granada, en el que dieron testimonio de las Apariciones de El Escorial, acompañados por un grupo de peregrinos, el P. Sergio (sacerdote de la Obra de Fieles Reparadores), Mª Amparo Barderas (hija de Luz Amparo Cuevas) y varias Hermanas Reparadoras de la Virgen de los Dolores.
A continuación, pudimos escuchar el mensaje del 5 de febrero del 2000. En él decía la Virgen a Luz Amparo: “Gracias, hijos míos, por todos los que acudís a venerar mi nombre. Cada avemaría que rezáis en este lugar es un pétalo de rosas que tendréis en el Paraíso, el Rosario… los hombres lo han olvidado: ¡una plegaria tan hermosa para las familias!”. En este precioso mensaje, el Señor nos pide, además, limpieza de corazón, que nos amemos unos a otros, que vivamos en unidad y amor y que seamos sencillos y humildes; y la Santísima Virgen que acudamos a este lugar, donde recibiremos muchas gracias para nuestra salvación y para nuestra salud.
Con el sonido de la campana, los costaleros elevaron la talla de Nuestra Madre, la Virgen de los Dolores, dando comienzo la procesión y el rezo del Santo Rosario.
Finalizada la procesión, ya en el interior del Centro de Atención a Peregrinos “Ave María”, asistimos a la Santa Misa, oficiada por el P. Paulino (Capellán de la Asociación de Fieles Reparadores) y concelebrada con varios sacerdotes.
En la homilía, el padre hizo mención sobre la vida cristiana, que no solo es para vivirla en el interior, sino también para comunicarla y extenderla, para influir en sentido positivo en otras personas, con el fin de que lleguen a conocer a Dios, que se acerquen a Él.
Así decía la Santísima Virgen en un mensaje de 1988: “Seguid yendo de pueblo en pueblo, llevando el Evangelio que es la sal de la tierra, conquistad almas para el rebaño de Cristo”.
Nosotros hemos tenido la dicha de conocer a una verdadera cristiana, por la misericordia de Dios y de la Virgen de los Dolores, a Luz Amparo, que fue sal de la tierra y luz del mundo, comunicando a muchísimas personas el amor de Cristo: ¡a cuántas ha evangelizado, a cuántos sacerdotes, a cuántas religiosas, a cuántas almas consagradas, matrimonios…!
También nos dice el Señor “sed luz”; Él es la Luz del mundo. Nos decía el Señor en un mensaje aquí en Prado Nuevo: “Venid a mí, todos los que estáis en tinieblas, que yo os conduciré a la luz. Escuchad mi voz, hijos míos, y reuníos todos y venid a mí, que yo os enseñaré el camino; dejaos guiar, hijos míos, por los mandamientos, por los Evangelios”.
Se puede ser luz amando mucho al Señor, luchando por hacer la voluntad de Dios, amando al prójimo, perdonando, teniendo misericordia y paciencia; toda esa obra buena que hagamos refleja el amor, la misericordia de Dios. Hay que pedir la gracia de orientar todo a Dios.
Finalizada la Sagrada Eucaristía, tuvimos un tiempo de Adoración al Santísimo.
La Adoración al Santísimo en Prado Nuevo es nuestra respuesta de fe y de amor hacia Él, que siendo Dios se hizo hombre, demostrándonos con su entrega, su amor por nosotros hasta la eternidad, permaneciendo entre nosotros y cumpliendo su promesa: ”Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Uno de los momentos más emotivos es cuando el sacerdote tomando el humeral (paño de hombros), y haciendo una genuflexión, toma la custodia trazando con el Sacramento la señal de la cruz sobre todos los presentes.
Tras la bendición, recitamos cantadas (como se viene haciendo últimamente) las alabanzas de desagravio, como reparación por tanto como se ofende a Dios:
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
“Tenemos que reparar por los que no lo hacen y por los que desprecian al Señor”
Pensamientos de Luz Amparo Cuevas.
Feliz y bendecido mes de febrero.