Por segundo mes consecutivo pudimos sacar la talla de la Virgen Dolorosa, Nuestra Madre, en procesión, como tantas veces nos ha pedido en los mensajes de Prado Nuevo. En esta ocasión, hemos rezado especialmente por el cese de la guerra en Ucrania y por el don de la lluvia, que tanta falta nos hace.
Los actos previstos para este día dieron comienzo a las 15:15 h. aproximadamente, momento en el que la organización proyectó el mensaje correspondiente al mes de septiembre del año 1996. Este mensaje es muy emotivo para Luz Amparo Cuevas y su familia, pues el Señor permite que vea en qué lugar se encuentra su hijo, al que recientemente habían arrancado la vida, e intercambien algunas palabras muy entrañables entre ellos.
Una vez terminado el mensaje, salió la imagen de la Virgen de El Escorial por Prado Nuevo en procesión, acompañada por un gran número de peregrinos y portando una cinta y flores con los colores de la bandera de Ucrania. Los peregrinos, en torno a la imagen de Nuestra Madre, iban rezando y meditando en los misterios del Santo Rosario.
La Misa tuvo lugar en el interior del Centro de Atención al Peregrino “Ave María” y estuvo concelebrada, como es habitual, por varios sacerdotes. Cabe destacar que el aforo estaba completo y un gran número de peregrinos siguieron el acto desde el exterior gracias a la megafonía instalada.
En la homilía, el padre nos recordó un hecho que tuvo lugar en la Edad Media, cuando se hacían peregrinaciones caminando durante semanas y meses hasta llegar al lugar de destino. Contó cómo un hombre italiano, que había cometido muchos pecados, viajó como penitencia en peregrinación hasta Santiago de Compostela, bajo la recomendación del Obispo de la zona. Llevaba consigo un pergamino sellado con el sello del propio Obispo y en su interior, se encontraban todos los pecados que había cometido este hombre.
Al llegar a Santiago de Compostela, iba a celebrar la Santa Misa el Obispo Teodomiro; el hombre, antes de la celebración, depositó el documento debajo del mantel del altar. Al iniciar la Misa, el Obispo se percató del pergamino y preguntó de quién era. El hombre se puso de rodillas ante él y llorando reconoció que era suyo, que estaban escritos sus pecados y que podía decirlos públicamente, porque se lo merecía.
El Obispo abrió el pergamino, que para sorpresa de todos estaba en blanco, e inmediatamente entendió el significado de aquel hecho histórico. El no encontrar nada escrito quería decir que Dios ya le había perdonado los pecados. Don Teodomiro procedió a darle la absolución. Un hecho milagroso que nos demuestra el perdón infinito y constante que Dios nos concede a los hombres.
Como es habitual para finalizar los actos del primer sábado de mes en Prado Nuevo, tuvimos unos minutos de Adoración al Santísimo junto a Nuestra Madre, la Virgen de los Dolores de El Escorial.