¡Qué gran primer sábado vivimos!
Por fin, debido a los permisos que los gobiernos van concediendo por las medidas más relajadas que permite el avance al final de la pandemia, hemos podido presenciar reencuentros entre peregrinos que no habían vuelto desde hacía mucho tiempo.
Además, los actos han tenido lugar en la explanada de la Nave Ave María y ha supuesto poder concentrar a un número más grande de peregrinos en torno a nuestra Madre la Virgen Dolorosa.
Por esto, se ha suprimido la proyección del vídeo del mensaje a Luz Amparo aunque el audio sí se ha podido escuchar y meditar.
Dichas palabras pertenecen al mensaje que recibió Luz Amparo el 4 de mayo de 1996. En ellas, la Madre de Dios le hace un recorrido por los males del mundo haciendo hincapié en la importancia de la educación desde el seno de la familia. “Ay, madres y padres que no corregís a vuestros hijos y no les enseñáis la verdad del Evangelio! No veis el peligro que tienen vuestros hijos, y cuando queréis, hijos míos, daros cuenta, ya están perdidos. Enseñadles la religión, hijos míos, daros cuenta, ya están perdidos.”
Incide en el peligro de la libertad sin orden pues esta es gobernada por el enemigo y, ahí, solo hay perdición. De nuevo, le dedica unas palabras a los sacerdotes pues son ellos los encargados de conducir a las almas a Dios: “Pero, ¿cómo, hijos míos, no enseñáis dónde está el pecado y dónde está la virtud? Que veis el pecado virtud y la virtud pecado. Sed claros, hijos míos, y suaves. Con claridad y con suavidad conquistaréis muchas almas.”
Así, tras el rezo del Santo Rosario ha tenido lugar la Eucaristía presidida por el padre José María y concelebrada por diversos sacerdotes.
Celebrábamos ya el mes dedicado al Sagrado Corazón y especialmente la Solemnidad del Corpus Christi.
El sacerdote en la homilía profundizó en el amor tan grande que Dios siente hacia nosotros, que, aun mereciendo castigos por nuestros pecados, permanece en la Eucaristía. Se basa en una carta de san Juan y en una de san Pedro argumentando, con sus mismas palabras lo siguiente: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo.”; y “Al que no conocía el pecado lo hizo pecado en favor nuestro para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en Él”, respectivamente.
Al final nos libramos de la lluvia que amenazaba constantemente y pudimos, llenos de alegría por acompañar a María y por volver a ver tantas caras fieles y perseverantes, celebrar los actos programados para este primer sábado.