Este primer sábado del mes de marzo, mes dedicado a San José, esposo de la Madre de Dios y padre en este mundo de Nuestro Señor Jesucristo, e inmersos en plena Cuaresma, tiempo de reflexión que nos llama a la conversión, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada en nosotros”…., nos hemos reunido en Prado Nuevo un buen número de peregrinos, participando con fervor en las actividades programadas en honor a Nuestra Madre, la Virgen de los Dolores, y donde se han tenido presentes todas y cada una de las necesidades e intenciones llegadas de todas partes del mundo.
Iniciados los actos, contamos en primer lugar con el saludo de nuestro hermano Manolo León, quien ha recordado a una peregrina de Murcia fallecida recientemente, y ha trasladado el agradecimiento a todas aquellas personas que hacen posible la retransmisión en directo desde el canal de Youtube Virgen Dolorosa El Escorial.
Se ha encendido, además, una vela por todas las intenciones que nos habéis hecho llegar a través de distintos medios.
Este mes meditamos:
“Dios quiere de ti el sacrificio de esta miserable vida, quiere cambiar esta vida y reconstruirla con su vida divina. Sé constante en la oración y estarás en continua comunicación con Dios”
(Pensamiento de Luz Amparo)
Así mismo, tal como tantas veces pidió Luz Amparo —“Todos que los que recibáis una gracia especial, dad testimonio”—, en esta ocasión hemos contado con el testimonio de D. Javier Girones, quien tuvo un trasplante de riñón.
Estando en el hospital le fue a ver un amigo que le dio una estampa de la Virgen de los Dolores de El Escorial… La operación salió bien, pero su salud se vio mermada por una subida de tensión; tras una pequeña intervención, empeoró, tuvo una hemorragia, una infección… Vio realmente que podía morir, y sólo le pidió a la Virgen que tuviera compasión de su hijo, que todavía era pequeño… El riñón dejó de funcionar totalmente…
La noche anterior a una nueva intervención percibió la presencia de unos angelitos; no sabía lo que era… Pero a la mañana siguiente, el riñón empezó a funcionar. Esa milagrosa curación no sólo la relacionó con la estampa de la Virgen de los Dolores, sino a que llevaba dos meses y medio viniendo a rezar a Prado Nuevo… Tiene clarísimo que gracias a la Virgen María no perdió ni el riñón ni la vida.
A continuación, se ha proyectado, en el interior del Centro de Atención al Peregrino “Ave María” un vídeo de la homilía del Santo Padre Francisco del Miércoles de Ceniza, en la que nos invita a reflexionar sobre el tiempo de Cuaresma, tiempo favorable para volver a lo esencial, para despojarnos de lo que nos pesa, para reconciliarnos con Dios, para reavivar el fuego del Espíritu Santo que habita escondido entre las cenizas de nuestra frágil humanidad.
Para completar el camino de lo que realmente somos, se nos invita a recorrer tres grandes vías: la limosna, la oración y la penitencia.
“No desperdiciemos la gracia de este tiempo santo. Fijemos nuestra mirada en el Crucificado y caminemos. Respondamos con generosidad a las llamadas fuertes de la Cuaresma. Y al final del trayecto, encontremos con más alegría al Señor de la vida; lo encontraremos a Él, al único que nos hará resurgir de nuestras cenizas”.
Seguidamente, se proyectó el MENSAJE DEL DÍA 3 DE MARZO DE 1990, del que ofrecemos un fragmento de la intervención de la Virgen:
”Hija mía, ya estoy aquí llena de dolor; pero mi Corazón también viene lleno de compasión. Vengo otra vez, hija mía, y hoy mi Corazón está más dolorido porque vengo a avisar a los centinelas del pueblo de Dios que se han dormido y dejan arrastrar el rebaño de Cristo en las manos del enemigo. Hija mía, las almas tibias y débiles no se esfuerzan para luchar contra las pasiones; las almas atribuladas no buscan el consuelo y la paz en Cristo, y cada día su corazón está más atribulado y el enemigo hace mella en sus corazones; las almas piadosas cada día están más tibias y no ven la profundidad del pecado; las almas consagradas han abandonado el camino de su ministerio, que es enseñar a los hombres el amor a la Iglesia y su doctrina. ¡Ay, almas consagradas, que no avisáis a los pueblos el gran peligro que hay en el mundo! Grandes calamidades caerán sobre la Tierra; grandes catástrofes destruirán la mayor parte de la Humanidad. ¿De qué le sirve al hombre construir, si lo que el hombre ha construido va a ser derribado por el producto del pecado?
¡Pastores de la Iglesia, volved a vuestro ministerio y practicad la doctrina y vigilad el rebaño de Cristo!”.
El tiempo, aunque invernal, fue clemente permitiendo que la procesión, con la talla de la Virgen de los Dolores, contara con la presencia de todos los peregrinos que nos habíamos reunido en este señalado día. Con gran respeto y devoción hemos rezado y meditado los misterios gozosos.
Finalizada la procesión, en el interior del Centro de Atención a Peregrinos “Ave María”, hemos participado en la Santa Misa presidida por el P. José María (Capellán de la Asociación de Fieles Reparadores) y concelebrada por varios sacerdotes.
En la homilía, el Padre ha destacado que el Corazón de María siempre está presente en nuestras vidas, y nos acercamos a ese Corazón muy especialmente los primeros sábados de mes. Y en relación con el Evangelio, relató primero un precioso testimonio de conversión de un joven americano que, en el corredor de la muerte, recibió por “casualidad” la medalla de la Virgen Milagrosa, lo que le llevó a ser bautizado, previa revelación de la Virgen. Después de recibir el bautismo, estaba lleno de gozo, de esperanza, porque Dios, a través de la Virgen, le había iluminado su corazón; estaba alegre ante esa expectativa de la muerte, por esa luz que solo el Señor pudo introducir en su corazón, esa devoción que, como ha ocurrido en tantos lugares, igual que aquí en El Escorial, fue por intercesión de nuestra Madre, la Virgen María.
Este testimonio enlaza con el Evangelio del día en que los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan tuvieron un gran gozo al ver al Señor transfigurado, ese gozo que les concedió el Señor para que cuando llegara el momento de la Pasión y muerte de Jesucristo estuvieran preparados. En nuestra vida también tendremos momentos difíciles; también todos hemos tenido momentos de gracia, nos hemos convertido aquí o en otros lugares, pero asimismo vendrán momentos de prueba, de tribulación, de cruz… Recordemos los momentos de gracia para poder soportar los momentos de prueba y podernos encontrar con ese Cristo transfigurado.
Al final, está la resurrección, pero pasando por la pasión y muerte.
Tras la Santa Misa, tuvimos unos instantes de Adoración al Santísimo, ese momento de conexión directa con el Señor, de tomar conciencia de que conoce cada uno de nuestros nombres, que quiere llegar a nuestros corazones y transformarlos.
Finalizada la Exposición del Santísimo y con gran emoción entonamos la Salve Regina..
Nuestro agradecimiento a las Hermanas Reparadoras, que con angelicales voces han entonado, durante la Misa y finalizada la misma, preciosas canciones que llegan directas al corazón.
Feliz y bendecido mes de marzo.