
La Asunción de la Virgen María es un dogma católico que afirma que María fue llevada al Cielo en cuerpo y alma, signo de esperanza, consuelo y victoria sobre la muerte para los creyentes.
En esta ocasión, se ofrecieron todos los actos para que cesen los incendios que están asolando gran parte del territorio Español.
Nuestra Madre, volvió a vestirse de gala con su manto blanco con flores doradas para presidir la procesión y rezo de los misterios gloriosos del Santo Rosario.
La Asunción: victoria del amor divino. Homilía sobre el Evangelio del día (cf. Lc 1, 39-56)
Una vez finalizado el Santo Rosario, pudimos participar de la Santa Misa presidida por el P. Sergio (sacerdote de la Asociación Pública de Fieles) y asistido por el diácono portugués, recién ordenado, Miguel Fragoso.
La meta celestial de la Virgen
Hoy celebramos la Asunción de la Virgen María, elevada en cuerpo y alma al cielo. Ella alcanzó la meta que todos deseamos: la eternidad junto a la Trinidad Santísima.
En la homilía de este primer sábado de mes el padre nos recuerda que la Virgen María nos reúne para recordarnos que nuestra vida no termina en la tierra, sino que está llamada al cielo. El Evangelio nos invita a preguntarnos: ¿dónde pongo mi corazón? Acumular bienes materiales para uno mismo es vanidad; sólo lo que se ofrece y se comparte con amor permanece para la eternidad.
Nuestro trabajo es semilla de santidad
El trabajo de cada día, con sus fatigas y alegrías, cobra un valor nuevo cuando lo entregamos a Dios. No se trata de vivir para el éxito, los aplausos o el poder, sino de transformar cada esfuerzo en ofrenda, en semilla de santidad. “Buscad los bienes de allá arriba”, nos recuerda la Palabra.
La homilía nos lleva también a contemplar la fragilidad de la vida: nadie tiene asegurado un día más. Por eso, no pongamos nuestra confianza en lo efímero —dinero, fama, seguridades humanas—, sino en Cristo, el único que da sentido y plenitud a nuestra existencia.
La invitación final es clara: vivir el presente en el amor de Dios, compartiendo lo que tenemos con los pobres, ayudando a quienes no conocen la fe y caminando con esperanza hacia el encuentro definitivo con el Señor. Todo bajo la mirada y la intercesión de la Virgen María, que nos guía hacia su Hijo y nos enseña a poner el corazón en lo eterno.
Al finalizar la Misa, vivimos uno de los momento más emotivos y esperados por todos los peregrinos asistentes, pasar bajo el manto de María pidiendo su protección y amparo. Os invitamos a todos a acudir a este santo lugar y poner bajo el manto de Nuestra Madre todas vuestras peticiones y ruegos, seguro que las atenderá en la medida que lo necesitéis.


