¡Qué días tan intensos!
Haber vivido la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal ha sido una experiencia inolvidable.
Las Hermanas Reparadoras han estado compartiendo su testimonio de vida y su particular alegría con todos los peregrinos y voluntarios que se acercaban, tanto a su stand como en los diferentes actos propios de la JMJ.
Son numerosas las personas que han visto en ellas una oportunidad de abrir el corazón y contar experiencias de vida o compartir alguna inquietud. Han sido muchas las personas que han acogido el carisma y el mensaje de las Hermanas Reparadoras en sus corazones y les ha servido para conocer a su fundadora Luz Amparo Cuevas. Ellas han reflejado esa sencillez, entrega y alegría que la caracterizaba y supo inculcar a «sus hijas», en palabras de una persona que se las encontró en tierras portuguesas.
Muchas anécdotas se van a quedar en el recuerdo y muchas personas han quedado impactadas con tantas vivencias y encuentros que se han llevado a cabo.
Por citar un ejemplo, entre muchos, destacamos el encuentro con un joven de Costa Rica que se acercó al stand con muchísima ilusión, pues conoce a las Hermanas por las redes sociales y quería encontrarse con ellas personalmente.
Las Hermanas llevaron con ellas detalles de la Obra de Reparadores de la Virgen de los Dolores, a la que pertenecen, para ir regalando a las personas que conocían por el camino. Así, recapitularon diferentes pensamientos de Luz Amparo, que Dios la inspiraba, y los peregrinos y voluntarios de la Jornada elegían uno al azar y confiaban en que esas palabras venían del Cielo.
Han sido días también de mucho cansancio físico, pero, a la vez, de gran enriquecimiento espiritual y encuentro con Dios en los ojos de tantas personas que se han congregado en torno al papa Francisco.
Todo ha merecido la pena.